
Las lágrimas de los inicios dejan paso a la luz en un capítulo que alaba la aceptación y la libertad
El tercer capítulo de Veneno que lleva el título de Acaríciame ha llegado este domingo a Atresplayer Premium. Una visión más luminosa que en episodios anteriores que nos acerca a la etapa más desconocida de Cristina Ortiz. Las luces se disparan destelleantes en el camino hacia la libertad y la mayor revelación vital: descubrir la mujer que había dentro de ella y que hasta el momento no se había atrevido a enseñar. Con la interpretación estelar de Jedet y algunos secundarios inolvidables como Carlos González que interpreta al divertido amigo de Joselito en la época de Torremolinos.
Javier Calvo y Javier Ambrossi abordan esta etapa de la vida de la Veneno con una nueva perspectiva: desde el respeto, la tolerancia y siempre con la magia entre sus manos. Siempre mirando con sinceridad y ojos magos. Directores comprometidos, cercanos a los que trabajan a su lado y siempre con el riesgo asomando entre sus guiones. Sin duda, Veneno es su proyecto más humano y real.
Hemos tenido que esperar 3 meses para ver este episodio que supone una transición en la vida de Cristina, y por ende, en la de Valeria. Debido a la situación del coronavirus se aplazó la postproducción y grabación. Pero, cuando algo nace desde dentro, con la honestidad que siempre hubo en Cristina y que reconocemos en los Javis, en su forma de hacer las cosas, en su manera tan especial de transmitir, la espera siempre merece la pena.
De su lanzamiento al estrellato en el primer episodio, a la dura infancia que vivió en Adra, llega la etapa más sincera, donde se escapa de todo lo que le hace daño y empieza a vivir de verdad. Decimos adiós a Joselito y abrazamos a Cristina.

Es un tercer capítulo que habla de enamorarse, decepcionarse, conocerse a través del placer y descubrirte a ti misma. Jedet interpreta a un Joselito joven que busca estímulos sexuales, que prueba, que acaricia y siente. Su actuación es realmente brillante y carismática.
Veneno sigue basando su trama en dos líneas temporales paralelas. Por un lado, el pasado de Cristina que nos acerca a su historia desde su infancia y por otro, en la actualidad donde Valeria se encuentra en una búsqueda mientras escribe las memorias de la protagonista. Después de la operación de pecho, a Valeria le inundan las dudas sobre sus preferencias sexuales. «Hay que probarlo todo», le dice Cristina en una charla en el salón de su casa. Y empieza a experimentar. A disfrutar. A buscar quién es. Sin vergüenzas de por medio. Sin esconderse ¿Por qué hacerlo? Si sólo estás siendo tu y eso nunca está mal. Nunca puede estar mal.

Hay personas que llegan a tu vida para cambiarlo todo, para abrirte los ojos, para ver luz donde antes solo había oscuridad. Una de esas personas fue Paca la Piraña. Desde que Cristina la vio aparecer en un escenario se dio cuenta que había algo en ella que estaba cambiando. Fue el momento de ser ella misma, sin miedos, fisuras ni falsas apariencias.
Un canto a la libertad y la tolerancia. Un canto al homenaje hacia una mujer que nunca renunció a su esencia. Un canto a lo distinto. Lo real y verdadero. Un canto a la vida.