Ceylin, involucrada de manera indirecta en el asesinato de Serdar, se encontró en una encrucijada cuando su sobrina confesó ser la autora del crimen.

Esta revelación puso a Ceylin, una abogada, en un dilema ético profundo: proteger a su familia o ser transparente con su esposo, Ilgaz. Este último, un fiscal con un fuerte sentido moral, se sintió traicionado al descubrir que Ceylin le había ocultado la verdad, lo que desencadenó un período de tensión y distanciamiento en su relación, incluso en el ámbito profesional donde ambos se cruzaban a menudo.
Ante el deterioro de su matrimonio, Ceylin tomó la decisión de presentarle a Ilgaz los documentos de divorcio. Sin embargo, una serie de imprevistos, incluyendo un atasco de tráfico y sus sentimientos latentes hacia Ilgaz, le impidieron llegar a tiempo para la firma del divorcio.
A esto se sumó un nuevo caso judicial que los involucró a ambos, forzándolos a interactuar y afrontar sus problemas no resueltos. Ilgaz confrontó a Ceylin por su ausencia en el juicio, lo que reveló la complejidad y profundidad de sus emociones conflictivas.
La trama dio un giro inesperado cuando Ceylin empezó a recibir amenazas de muerte dirigidas a Ilgaz. A pesar de su inicial escepticismo, la preocupación por la seguridad de Ceylin llevó a Ilgaz a seguirla hasta su despacho. Esa noche, compartieron un momento íntimo, aunque al día siguiente acordaron que no debería repetirse.

Los problemas continuaron acechando a la pareja, con sucesos como una explosión y ataques a personas cercanas a ellos. Estas adversidades los mantuvieron unidos, evidenciando la imposibilidad de separar sus destinos.
Ilgaz, reflexionando sobre sus acciones y la desaparición de Defne, se dio cuenta de lo injusto que había sido con Ceylin. Decidido a enmendar sus errores, buscó su perdón, aunque ella no mostró disposición a olvidar el pasado tan fácilmente.
Reconociendo el valor incalculable de Ceylin en su vida, Ilgaz tomó la firme decisión de rechazar el acuerdo de divorcio y luchar por recuperar su amor.
El fiscal, armado con un ramo de flores, se dirigió a la casa de la abogada con la intención de disculparse y reconquistar su amor. A pesar de sus esfuerzos, la abogada no encontraba fácil dejar atrás los desafíos y desencuentros que habían marcado su relación.
Ella solicitó tiempo para reflexionar, pero Ilgaz, no queriendo perder ni un momento, sugirió que salieran a cenar juntos. Al final, ella cedió y aceptó la invitación, en parte porque, en lo más profundo de su corazón, tampoco deseaba seguir adelante con el divorcio.