Queda muy poco para el reparto de la herencia del barón y los marqueses todavía no saben qué hacer con la parte en metálico que le corresponde a la baronesa de Grazalema.

Los marqueses se han reunido con Elisa, quien opina que no puede quedarse más tiempo en La Promesa. «Debemos atender el asunto pendiente», ha explicado refiriéndose al reparto de la herencia.
El matrimonio le informa que no hay una fecha fijada con el notario, porque es Lorenzo quien se encarga del reparto. En ese momento el militar ha entrado en el salón, y Elisa le ha preguntado si ha concretado una fecha con el notario.
Lorenzo ha informado que tiene que resolver unos asuntos burocráticos y podría retrasarse el reparto. Aunque ha propuesto hablar con el notario el día siguiente, y la baronesa se lo ha agradecido cogiéndole de la mano. Durante el coqueteo, Cruz ha bromeado: «Todavía es capaz de cascar nueces con los dedos». La marquesa se ha retirado de la estancia un poco molesta por la situación.
Cruz se ha vuelto a reunir con Lorenzo y se ha quejado de la actitud de la marquesa y se ha referido a ella como «pelandrusca». La marquesa cree que Elisa convenció al barón para que cambiase el testamento.
Cruz quiere acabar con la vida de la baronesa, y le pide al militar que decida si le va a ayudar. «Mentiría si negara que la idea de matarla me seduce por sí misma», ha confesado Cruz. Lorenzo ha aprovechado la ocasión para preguntarle si teme que Elisa conquiste a su marido, pero la marquesa lo ha negado.
El militar no es de fiar, ya que se ha reunido con Elisa y le ha contado que Cruz es consciente del coqueteo que tiene con el marqués. Lorenzo ha utilizado un lenguaje en clave, porque estaba una doncella en la sala y ha explicado que Cruz quiere «cazarla». Lorenzo ha expulsado a la doncella, y le ha confesado que Cruz le ha pedido matarla.