«No éramos libres, pero soñábamos con serlo». Lidia, o mejor dicho, Alba es una mujer valiente que lucha por lo que quiere, sin miedo a nada ni nadie. Alba llega a la compañía de teléfono por casualidades del destino tras una infancia marcada por la soledad y las continuas decepciones a las que se ha tenido que enfrentar a lo largo de su vida. A pesar de todo, consigue salir adelante. Es una mujer libre e independiente, atrapada por las circunstancias que le han tocado vivir. Una mujer segura de sí misma que de repente se ve obligada a reencontrarse con una parte de su pasado que creía haber olvidado. Lidia encuentra la salvación en la amistad de tres mujeres, Marga, Ángeles y Carlota que necesitan escapar a toda costa de una vida sumida en las injusticias y desigualdades de la época. Juntas son más fuertes. Estas cuatro luchadoras se convierten en las chicas del cable. Amigas, confidentes, compañeras de trabajo. Unen sus fuerzas para llegar a la ansiada libertad que tanto anhelan. Se apoyan las unas a las otras, se ayudan y consuelan. Lidia es el personaje protagonista de Las chicas del cable que tiene mayor carga emocional. Es una mujer que lleva a sus espaldas muchos fantasmas de su pasado que quiere dejar atrás y al final termina conociéndose a sí misma, siendo consciente de sus errores, siempre con la mirada al frente. De esta forma se entrega a las personas que encuentra en su camino, a sus fieles compañeras. Alba es un personaje rodeado de misterio y sensualidad que esconde su identidad bajo el nombre de Lidia.
A su llegada a la capital, Alba se encuentra con Francisco, su amor de juventud en una situación en la que jamás se había imaginado. Al final, acaba trabajando como una telefonista más bajo la identidad de Lidia y se ve obligada a verse las caras con el director de la compañía. Ella intenta escapar de esa realidad pero es inevitable coincidir con él. Así, vuelven a aparecer los sentimientos que creía haber enterrado y se da cuenta de que nunca ha dejado de estar enamorada de Francisco. Pero ahora todo ha cambiado porque su amor de juventud está casado con Elisa (Ángela Cremonte), hija del dueño de la compañía en la que Don Francisco ejerce de director gracias a su matrimonio y a su estrecha relación con Carlos, hermano de Elisa y parte esencial de la empresa de telecomunicaciones. Lidia protagonizará un trío amoroso con estos dos hombres de negocios, los que fueran sus compañeros en El Internado, Yon González y Martiño Rivas, que acabarán enfrentados por el amor de esta mujer cautivadora. Lidia deberá decidir entre llevar una vida de privilegios y comodidades al lado de Carlos o dejarse llevar por el corazón y arriesgarlo todo por su amor por Francisco.
Este grupo de mujeres eran el reflejo en el que necesitaban mirarse las chicas de aquella época que luchaban por ser libres en el Madrid de 1928. Las chicas del cable, primera producción española de Netflix, es una ficción que recuerda el avance que se ha conseguido en la historia en materia de igualdad de género y todo el camino que aún queda por recorrer para que las mujeres tengan el papel que merecen en la sociedad. Marga, Carlota, Ángeles y Lidia son un ejemplo de que la amistad puede con todo y más en ese tiempo pasado en el que nadie les tenía en consideración, en el que no creían en su valor como personas y trabajadoras. Son ese halo de esperanza para las mujeres de antes pero también para las de ahora que buscan un impulso para salir hacia delante, quererse y respetarse a sí mismas. Más allá de su pasado y una familia anclada en tradiciones machistas, estas cuatro guerreras intentan resistir y luchar con valentía por sus derechos en una sociedad que algún día será libre.
Blanca Suárez encabeza el reparto protagonista de esta historia de mujeres que vuelve a nuestras casas por Navidad con el estreno de su segunda temporada. Blanca comparte con su personaje las ganas por defender los derechos de las mujeres para seguir avanzando hacia la igualdad. Por eso es necesaria la labor que sin saberlo hacen series como Las chicas del cable para nuestra sociedad. A sus 29 años, Blanca Suárez es un de las actrices imprescindibles del panorama cultural español. Su talento para la interpretación nos ha acompañado en varias etapas de la vida y a través de diversos proyectos de cine y televisión hemos sido testigos de su evolución a lo largo de todos los años que lleva trabajando en la profesión. Su carrera interpretativa comienza en 2007 con un pequeño papel en la película Eskalofrío, aunque fue en El Internado, la serie juvenil española que marcó a toda una generación, con la que se dio a conocer. A raíz de la popularidad que consiguió con el personaje de Julia, le llegaron nuevas oportunidades en forma de películas. La madrileña ha participado en varias producciones audiovisuales como Cobardes, Fuga de Cerebros y Perdiendo el Norte pero también ha trabajado a las órdenes de directores consagrados como Pedro Almodóvar que confió en ella para ser ‘chica Almódovar’ en filmes como La piel que habito y Los amantes pasajeros o con Álex de la Iglesia con el que trabajó en Mi gran noche y El Bar, uno de sus últimos proyectos. Después del éxito de El Internado, le siguieron la estela series de televisión como El Barco que le otorgó gran fama entre el público adolescente, las miniseries Cuéntame un cuento: Blancanieves, Los Nuestros, La Bella y la Bestia y Lo que escondían sus ojos –esta última le ha valido el premio Ondas por su interpretación de la marquesa de Llanzol- y otras ficciones españolas como Carlos, Rey Emperador y la actual Las chicas del cable.
Blanca Suárez y Yon González vuelven a trabajar juntos. Después de conocerse hace 10 años en El Internado, un proyecto que marcó sus vidas, ahora comparten rodaje y relación amorosa en Las chicas del cable. A lo largo de sus respectivas carreras se han ido encontrando en el camino, pues hace unos años también coincidieron en Perdiendo el Norte. Netflix quiso contar con ellos para llevar a cabo su primera producción española que cuenta la historia de un grupo de mujeres fuertes e independientes que lo tienen todo para triunfar en la vida. Lo único que les ata son las costumbres de la época. El poder de la amistad, su valentía y sus ganas para salir adelante son los ejes centrales de este proyecto basado en hechos reales que se convierte en el reflejo de lo que fue, lo que es y lo que será un mundo dominado por los hombres. Se ha logrado un avance muy positivo, pero aún queda mucho por hacer. Y es que al fin y al cabo disfrutar de su libertad es lo único que les queda.